lunes, 8 de noviembre de 2010

ANALISIS LITERARIO DE LA SENORA DALLOWAY DE VIRGINIA WOOLF



Hablar de Virginia Woolf, es hablar de la literatura Inglesa de principios del siglo XX. Su nombre está unido al grupo de Bloomsbury, formado por artistas que compartían ciertos criterios estéticos. El grupo de Bloomsbury llamado así por el barrio londinense donde vivían muchos de ellos, muestra cierto rechazo hacia la clase media alta a la que pertenecen, y es heredero de las teorías esteticas de Walter Pater que tuvieron resonancia a finales de siglo XIX. Dentro de este grupo hubo intensas relaciones intelectuales, pero también emotivas y personales. Comenzaron a reunirse en torno a 1907 en casa de Virginia y de su hermana Vanessa. Muchos de estos intelectuales publicaron en la editorial Hogarth Press que crearon Virginia y su marido Leonard Woolf.
Virginia Woolf empezó publicando ficción en 1915 y no fue sino hasta su tercera novela (El cuarto de Jacob, 1922) en la que ella empezó a demostrar madurez como escritora. La Senora Dalloway fue su cuarta novela, y en donde se hizo evidente su gran talento literario y su consolidación de escritora. Su técnica del monólogo interior y estilo poético se consideran entre las contribuciones más importantes a la narrativa moderna.
La señora Dalloway es una novela sobre la vida interior de las personas. No posee una trama viva, los hechos reales son secundarios ya que los personajes pasan mucho de su tiempo pensando: recuerdos, lamentos, fantasias y esperanzas. Casi todos se preguntan sobre lo que podría haber sido en sus vidas. El libro esta compuesto de movimietos de un personaje a otro, o de movimientos del monologo interior de un protagonista al de otro.
La novela, cubre un solo dia de la vida de Clarissa Dalloway, del mes de Junio de 1923. Ella es una ama de casa de clase alta y va de compras caminando por su barrio en Londres, ya que tiene que hacer los preparativos para la fiesta en la que será anfitriona esa noche. Esta inusual estrategia de organizar la historia crea un problema especial para el novelista. Como trabajar a los protagonistas con la suficiente profundidad y realismo, cuando se esta tratando un solo dia de sus vidas? Woolf resuelve este problema haciendo que estos recuerden su pasado. En esa recolección de experiencias, se nos va creando el ambiente y las historias, de otra manera el narrador nos la tendría que proporcionar. En escencia, La señora Dalloway es una novela sin argumento, ya que en lugar de crear situaciones entre los personajes que empujaran la historia, Virginia mueve su narrativa siguiendo el paso de las horas de un dia. Desaparecidas la acción y la intriga, sus narraciones se esfuerzan por captar la vida cambiante e inasible de la conciencia.
La cena en casa de Clarissa Dalloway será el evento culminante del libro y donde se unan las diferentes narraciones que se han desarrollado durante el libro, (durante las horas previas a la reunión), al reunir al grupo de amigos en los que Clarissa ha estado pensando en todo el dia. Ahí mismo en la reunion concluirá la historia secundaria de Septimus cuando llegue el Doctor Bradshaw e informe sobre su suicidio.

“La señora Dalloway decidió que ella misma compraría las flores.
Sí, ya que Lucy tendría trabajo más que suficiente. Había que desmontar las puertas;
acudirían los operarios de Rumpelmayer. Y entonces Clarissa Dalloway pensó: qué
mañana diáfana, cual regalada a unos niños en la playa”.


Desde la primera oración, se nos indica que estamos ante un narrador singular y nada convencional. Describe la acción en tercera persona y esta tan cerca de la señora Dalloway que nos puede decir su pensamiento. Asi veremos que quien cuenta la historia de Clarissa, es por momentos, un narrador impersonal, muy próximo al personaje, que nos dice sus pensamientos, acciones, percepciones, imitando su voz, haciendo suyos sus gustos y sus fobias, y es por instantes, el propio personaje cuyo monologo llega a expulsar del relato a ese narrador omniciente. Otra singularidad son los saltos narrativos y la disposición del narrador para estar en un momento tan cerca de un personaje, como después con otro. Convencionalmente, el “narrador omniciente” se mantiene cerca de un solo personaje, pero no de todos como en esta novela. Aquí esta siempre instalado en la intimidad de los protagonistas, nunca en el mundo exterior. Son en las conciencias en movimiento de la Senora Dalloway, de Richard, su marido, de Peter Walsh, su antiguo novio, de Elizabeth su hija, de Septimus, el atormentado veterano de la Primera Guerra Mundial, (cuya historia se desarrolla paralelamente con la de Clarissa Dalloway), donde se disuelve el mundo objetivo antes de llegar al lector. De esta manera nunca se esta encarando la realidad primera donde tiene lugar la novela, solo con las distintas versiones subjetivas que de ella tienen los protagonistas. Y ese repliegue en lo subjetivo es uno de los rasgos principales del narrador, junto con el de desaparecer en la conciencia de los personajes. Asi mismo, crea una nueva estructura novelesca en donde su prosa ha borrado la distinción entre sueño y realidad, entre el pasado y el presente. Un ser humano funciona de esta manera, al mismo tiempo fluye de lo consciente a lo inconsciente, de lo fantástico a lo real, y de la memoria al momento presente.

El mayor conflicto de esta historia es que Clarissa y los demás personajes tratan de preservar sus almas y comunicarse en una opresiva y fragmentada Inglaterra de la posguerra. La acción va creciendo mientras ella pasa el dia organizando la cena que los congregara a todos. Asi mismo, durante esas horas, nos enteramos de la historia paralela de Septimus, sus depresiones y las presiones sociales que oprimen su alma. Woolf también trató de ilustrar la artificialidad de la vida vana de Clarissa y su participación en ella. El detalle dado y el pensamiento provocado en el dia en que se prepara la fiesta, un evento social simple, expone el estilo de vida frágil de las clases altas de Inglaterra en el momento de la novela.Tambien cabe aclarar que muchas circunstancias que se abordan sobre la soledad, y la terrible experiencia medica de Septimus, fueron tomadas de su vida real.

Vargas Llosa dice que esta novela no es para un lector distraído y tiene muchísima razón, esos saltos entre pensamientos, situaciones y personajes nos obliga a estar mas atentos que lo normal. Obliga a ser un lector muy profundo, ya que son muchos los temas que aparecen en la historia. La soledad, la comunicación, la privacidad, el aislamiento, la conciencia, los cambios sociales en Inglaterra, las presiones, el miedo a la muerte y la opresión espiritual.

Por ultimo, la genialidad de esta obra tiene mucho que ver con eso que compartía con Proust y Joyce, “El tiempo psicológico”. Virginia comparte con ellos su interés en este y lo incorpora en la historia. Ella quería mostrar personas con conciencias que fluyen y no estaticas. Personas que piensen mientras se mueven en su espacio y que reaccionen a su entorno. Pero si es importante esa originalidad narrativa con el monologo interior de los protagonistas, no lo es menos la prosa y vocabulario con la que está escrito con un estilo muy próximo a la poesía, rico lenguaje figurativo, con el que la autora nos hace vagar por un pasado de los personajes que se convierte en su presente y lo condiciona. Mientras, nos refresca con una suave y fresca brisa londinense de un día del mes de junio y nos deja imágenes y frases llenas de poesía que van conformando la obra como pinceladas de un cuadro impresionista

Beatriz Gtz/ Noviembre 2010

12 comentarios:

  1. Me parece muy acertado el análisis de la novela de Virginia Woolf, y se puede agregar que la nota subjetiva de la obra la encontramos con la profesora de Elizabeth, la señorita Kilman. Ella con sus rencores y su crítica a la vida aristócrata le agrega un tono singular a la clase social alta. También el señor Dalloway comparte un sentimiento muy humano hacia un "otro".

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  3. "La Señora Dalloway me pareció un libro exquisito, y asombroso - esto algo muy personal – porque tratándose de un tipo de novela donde más que la acción se tratan los sentimientos, me mantuvo cautivado, no solo por lo que dice, sinó también por lo que, consciente o inconscientemente, calla, o solo susurra distraídamente, como un azar que, conociendo ahora a la Señora Dalloway, no es tal, sino la más pura, transparente y sincera imagen del alma.

    LSD es una pintura ampliamente humana a la que no se le preguntan los porqués, pero también hay en ella una visión profunda de la Autora: no existen personajes con maldad, los conflictos aparecen despojados de la obra del mal, y cuando este se insinúa (la guerra), lo hace despegado de este primer plano, como si se tratara de un holograma cuyo nexo con nosotros fuera solo la locura. Y quizás también la virtud (probablemente la cosmovisión de una India espiritual) aparezca como un trasfondo espectral.

    El mundo ha cambiado mucho desde 1925. Por ello, podría ser natural hacer del libro una lectura en términos casi de retrato histórico, ver cómo eran entonces las cosas, como sentía la gente (o parte de ella, o gente de algunas partes), y fundamentalmente esta autora visionaria y sensible, pero sin embargo el libro emerge realista de aquel presente (la autora lo escribió en su presente y para ese presente), y entonces, absorto en la densidad de todas sus virtudes ( que desde aquel presente resultan sin embargo trascendentes en el tiempo), me pregunto si este libro hubiera podido escribirse hoy, como se hubiera escrito y en ese caso, quien lo hubiera hecho. Asuntos quizás propios de ese encuentro tan delicado que suele darse entre literatura, vanguardia y humanidad, y que en aquel tiempo torció la suerte para el lado de las ciencias sociales.

    Al caer la tarde uno sale a caminar. Allí está el cielo, retazos sueltos de tormenta atravesados por los rayos del sol, el mar, profundo y misterioso, el golpe seco de las olas, el graznido de las aves, algún humano, quizás un perro a su lado. Detrás de todo esto está uno y su sensibilidad, pero ese todo bucólico que algunos llaman paisaje, un signo de la vida, en su armónico conjunto, adolece sin embargo de una tremenda contradicción: por encima, la luz embiste la tormenta, pero en el fondo, se insinúa obscuro el tenebroso abismo de la profundidad. Sin ir más lejos, esto mismo es La Señora Dalloway.

    Alejandro Preckel
    Argentina
    apreckel@gmail.com

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  6. Me encanto, pero por que el contexto Estético pertenece a la literatura moderna?

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